Aunque no era necesario contarlo, supo que el destino tenía tejido algo que no se le había revelado aún, afuera la ciudad era tan callada como la mirada de Rebeca, y el sonido de la lluvia de otoño acompañaba como fondo musical las confesiones, Rebeca le dijo que amaba a un rabino hace muchos años, y que la casualidad los había vuelto a reunir, y que aunque no habían tenido contacto físico, sabía que el no le haría sufrir como Kaleb.
Ambos, sintieron en sus almas, la paz y tranquilidad de decir la verdad y entendieron que sus vidas no serían las mismas, apagaron las velas y se entregaron a la pasión de sus carnes por última vez. Cuando terminaron, el sueño hizo lo propio, y al amanecer Kaleb dejo el lecho, y se encaminó a buscar al amor que dejo una vez, nada le aseguraba que podía volverla a ver, pero hoy como hace 100 años, la esperanza es lo último que se pierde.
Zeta -
No hay comentarios.:
Publicar un comentario